Esta mañana he cogido un autobús que hace meses que no cogía.
Un autobús con el mismo conductor y el mismo hedor, esa peste que detesto y que por las mañanas me dan unas ganas de vomitar que no puedo soportar, olor a autobús ¡vaya! Incluso si me fijaba, viajaba la misma gente. Pero la que no era "la misma gente", era Yo. Haces el mismo camino, pero todo es completamente diferente. La misma ganas (por el sueño) o miedo de morir desparramada por esa carretera. La misma dirección, la misma velocidad. Y Yo ahí, sentada, posiblemente en el mismo asiento de muchas otras veces, pero totalmente distinta. Otra vida. Otro motivo por el que ir o no ir. Otros pensamientos. Otras gentes. Otras Yo. Entonces he pensado que muchas Yo han ido moviéndose de un lado a otro, mirando por esos cristales sucios por la cabeza de alguien con el pelo grasiento y que cuántas Yo quedarán por viajar sin moverme de mi asiento.