La luna grande me hizo recordar la última Luna Grande que vivimos. Recuerdo que al ir a dormir me percaté de que el patio de nuestra casa estaba totalmente iluminado, y emocionada te lo dije. Entonces, tú me sacaste al patio y me abrazaste fuerte y comenzaste a bailar conmigo, yo casi al instante me puse a llorar. Supongo que nunca supiste realmente el por qué de que me pusiera a llorar, simplemente, sabía que con ese baile te estabas despidiendo de mi, ni antes ni después, en ese preciso instante.
Sé que nunca leerás esto, tampoco hace falta. Procuraré no escribirte más, intentaré no escribirte más a ti, ni escribirte más para mi.
Gracias por ese baile bajo la luna, aunque fuese una despedida, fue bonito.